28.12.09

El asunto eran los negros


El Chueco levanta la tira más gorda de asado. Falta poco. Quince minutos calcula. Arrima más carbón para finiquitarlo rápido. Los pendejos de Luciana se están poniendo pesados. Si no les da de comer rápido el jardín de la vieja va quedar convertido en un desierto con los pelotazos de los chicos. Corta un chori. Le da una mitad Lucas y otra a Franquito para entretenerlos. Sirve dos vasos de gancia, busca a Mario con la mirada y le hace una seña para que se arrime a la parrilla. Agachado, con el rostro sudoroso mientras arrastra más brasas debajo de la carne, a media voz le habla a su amigo.
-El asunto eran los negros, Mario. No era otra cosa que los negros. Si después perdíamos la final con los holandeses o con los alemanes, a mí, te digo la verdad no me importaba un carajo. De última los europeos son tipos fríos que si te ganan, no te andan refregando el triunfo por la jeta. No se te ponen a bailar en el medio de la cancha. Te dan la mano y a otra cosa. Los negros son muy putos te pasan por al lado y te sobran, te forrean, te escupen en la espalda, balbucean cosas en su idioma de mierda que no sabes que dicen pero que seguro es la gastada del siglo. Dan ganas de agarrar una cuchilla y pasarlos a degüello a todos, Mario, decime si no.
Así que me había tomado como una obsesión con los negros. En realidad es una cuestión histórica argentina, no estoy descubriendo nada, Mario. Nada más te cuento. Con Brasil y en Brasil. El Loco nos decía a todos, que estemos tranquilos, que íbamos a ganar que no nos pongamos tan tensos, que iba a ser un trámite el partido. Nos chamuyaba el pelotudo, mientras cebaba mate, como un falso profeta como si ninguno se diera cuenta de que lo que decía era una pelotudez tan grande que ni el mismo se la creía. Va a ser un trámite repetía y le temblaba la mandíbula al pajero. Tenía un cagazo grande como una casa. De perder, obvio. De tener que volver a Buenos Aires con la manos vacías y el culo roto. Mario vos jugaste quince años en primera, vos sabes, lo bravo que es bajar en Ezeiza después de haber perdido y que todo el mundo te mire como si le hubieras cagado la vida, como si concientemente te hubieras propuesto agregarle un chorrito más de mierda al gigantesco container de mierda en que naufragan de sus vidas. O no es así, Mario. O no es así, como te miran. Y ni hablar de los pibitos. Esos chiquititos que te miran y se largan a llorar, no, por favor. Eso si que no me lo banco. Yo no se para que mierda lo padres lo acercan. Para ver a los perdedores, claro. Para hacerte sentir que sos un reverendo fracasado del ojete. Para que el pibito vea la cara de lo que es un boludo, un soberano jeropa que no pudo con los negros.
Pero pará que te sigo contando. Tres días antes del partido no bien eliminamos a los chilenos y vimos que el otro semifinalista era Brasil, nos juramentamos que no podíamos perder, no, con los negros no. Nos juntamos los referentes del grupo, los que tenemos más experiencia o más carácter y casi sin decirnos nada nos miramos diciendonos eso. Los negros no, no nos van a ganar. Ni en pedo. Esta vez no. Hasta Ramón que había sido expulsado contra Chile y que no iba a jugar parecía que se le retorcian los músculos de ganas de que los brazucas estén en la cancha para salir a darles. Un boludo Ramón, sabes como lo extrañamos en el fondo, sabes la seguridad que te da el correntino. Esos tipos que vos lo tenés atrás y sentís un alivio porque de cinco jugadas el tipo te saca cuatro y media sin hacer foul, limpitas. Como hacían Villaverde y Simón. Un monstruo Corrientes. Pero contra los chilenos el boludo se dejó engatuzar. Yo no se si ya tenía problemas de antes o qué. Roby me dijo que le parece que el padre de Ramón se estuvo preparando para la famosa guerra con Chile que justo estaba haciendo la colimba y que los milicos le hicieron meter un odio terrible contra los chilenos y el padre de tanto contarselo se lo pasó a Ramón. Así que el correntino desde que arrancó el partido andaba a los manotazos limpios con el nueve de ellos. Discutiendo de política en medio de un partido. Era de no creer. Que el canal del Beagle, que espías de los ingleses y no se que mierda más. En una jugada les pase cerca y escuche que el chileno le decía que Pinochet no se que mierda y que otra y el correntino le pegó un sopapo en la oreja con la mano abierta que lo debe hacer dejado sordo por un buen rato, si el línea lo veía nos quedabamos con diez a los cinco del segundo tiempo y ahí si que se iba a poner brava, pero Ramón se dio el lujo, después de clavar ese cabezazo abajo que nos ponía en las semifinales y faltando diez minutos se dio el gusto. Cuando el chileno le quiso estirar la gambeta por el costado derecho lo sacudió. Todos nos dimos cuenta que se había sacado la bronca. No sabes como gritaba el chileno en el piso. Y como lo gozaba el correntino, Mario. Mas se retorcía el chileno, más se hinchaba de emoción.
Es lindo poder hacer eso de vez en cuando. Pero tampoco hay que zarparse.
Me fui por las ramas, Mario. Te sigo contando.
Roby, Esteban y el Negro se había propuesto como los nuevos encargados de cuidarnos y obvio de cuidarse. Vos sabes Mario como son las cosas cuando un grupo de argentinos sale afuera, salen a otro país a jugar, por más que sea el torneo más importante que exista siempre está el temita de la joda. Siempre hay alguno que encuentra el hueco por donde salirse de las estrictas reglas que impone la delegación y de aparecerse en una de las habitaciones del hotel con tres o cuatro gatos y una caja de de Dom Perignon. Yo no se como era en tu época Mario, pero yo desde que juego esta situación no falla nunca. Cada vez que vamos a jugar afuera se arman unos cachengues que no te puedo contar. Y allá en Brasil es peor que en cualquier lado. Peor que en Marbella. Vos sabes Mario que los mismos brasileños son los que te mandan la minas, que ya tiene todo arreglado con los del hotel para hacerte aparecer gatos hasta de los placares. Los hijos de puta de los negros le dicen las aflojapiernas. Es una de las tácticas que han inventado para cagarte. Altas negras de doble culo que cualquier pendejo argentino daría lo que no tiene para poder garcharsela. Yo no se como hacen los tipos pero siempre aparecen. Si te toca un técnico piola, como me tocó a mi la mayoría de las veces las deja un ratito, una o dos horas y temprano, nunca después de la doce, y nada de escabio ni falopa. Todos se echan un polvito. Y a otra cosa. Siempre te aconsejan que te quedes de espalda a la cama y que sea la mina subida arriba tuyo la que haga el desgaste. Hasta algunos dicen que juegan mejor. Una vez nos toco un técnico muy ortiba, pero muy ortiba y vez, ahí tenés Mario, yo no se como hizo para impedirlo pero las garotas no aparecían ni por joda. Al segundo día nos dijimos que esto no podía ser y preparamos todo para rajarnos sin que se den cuenta. Nos escapamos por la ventana del hotel y volvimos como a las cinco mamados como chivos. Seis nos comimos al otro día. Seis, Mario. Un bochorno internacional. Te cuento esto Mario, porque cuando Roby, Esteban y el Negro se pusieron tan en vigilantes antes del partido con los negros, yo me acordé de esto. Yo me dije que algún hijo de puta no lo va a poder soportar y se las va a picar del hotel con todos los peligros que esto implica. Sabes que jugando instancias finales allá en Brasil son capaz de secuestrarte si te ven boyando por la calle y te reconocen como jugador argentino, sí de secuestrarte Mario, de hacerte pasar un mal momento. Hay que andar con cuatro ojos si te atreves a salir a la calle. Y agradece si no te hacen comer una tremenda poronga por el culo. Le dije a Roby que es el más sensato hasta donde iba a llegar con las prohibiciones. Que ya que se había puesto en comisario que me bata la nueva reglamentación que tenía. Como iba a hacer para parar a esos 20 enfermos de la concha que tenía como compañeros. A esos seis o siete fumancheros empedernidos y a esos tantos otros choborras de profesión. Como mierda iba ha hacer para tenerlos cuatro días en abstinencia sin minas, sin fernet y sin merluza allá en Brasil. Me dijo si yo era boludo o qué, que si no me daba cuenta que estábamos por escribir una página importante para el deporte argentino, que ha quien se le iba ocurrir salir de joda y perderse toda esta posibilidad de gloria. Cuando escuché lo de escribir una página importante para el deporte argentino, me quedé sin aire. Cuando el deslenguado de Roby iba a hablar en esos términos. Una página importante para el deporte argentino!!! Lo miré al Negro, para ver que pensaba, si pensaba lo mismo que Roby y el Negro no pudo ocultar esa cara de negro hijo de puta criado en el fondo de los puteríos más siniestros del puerto de Rosario. Sin embargo, dijo- me dijo que había que hacer el sacrificio, que por más que seamos un plantel fiestero que le gusta divertirse estos cuatro días nos ibamos a portar como monjes. No vamos a perder con Brasil. Y eso exige nuestro sacrificio. Y eso exige nuestro sacrificio!!!! Pero quien te agarró pelotudo el padre Farinello, le dije ya caliente como una pipa ante la sarta de pelotudeces que escuchaba de parte de los dos. Me aguante lo de Roby pero escucharlo al Negro decir eso me sacó.
Si hay alguien que no quiere perder con Brasil ese soy yo- les dije. Creo que ninguno de ustedes tiene tan presente eso como yo así que no me vengan a boludear con eso de volvernos monjes justo acá en Brasil. El que juega al fútbol sabe que las cosas se pueden organizar bien y hacer todo equilibradamente y en su justa medida. En eso salto Esteban y me dijo que era un irresponsable que el estaba con Roby y con el Negro y que si seguía con mis ideas iba a hacer lo imposible, iba a camarillear de la forma que sea para que yo no juegue. Ahí aflojé un poco, le vi tanta cara de loco a Esteban, tan compenetrado en lo que me decía que baje dos cambios al toque y le dije que por ahí tenían razón que no nos iba a costar nada quedarnos tranquilos en la cama jugando al Pro Evolution o mirando algún partido viejo. Eso dijo Roby, -como si se le hubiera encendido la lamparita mágica- desde esta noche hay que clavarse en la cabeza el partido de Italia 90. El del gol del Cani. Nos vamos a juntar a verlo, que digo a verlo, a estudiarlo. Yo estuve a punto de saltar y decirles si no sabían o no se acordaban de los días de gloria que pasaron los cuatro fantásticos entre los cuales estaba deux. Si sabían de que forma habían concentrado entre partido y partido, si sabían como habían llegado a ese partido con Brasil, si sabía porqué en un acto desesperado el Narigón Bilardo le había echo picar a Galíndez tres tabletas de Rhoypnol y meterla en un bidón, para tener al menos un arma secreta a la que aferrarse ya que sus jugadores no daban más, entre lesiones y excesos estaban muertos. Me moría de ganas de explicarle que justo contra los brasileños esas tácticas santurronas de boy scouts no sirven para nada, que si no saben que el famoso Romario se le plantó a Zagalo antes de la final con los tanos en EEUU y le dijo que si no le traía cuatro modelitos suecas que no superaran los veinte años, el no salía a jugar la final al otro día. Y se las trajeron. Yo no se como poronga hicieron los de la Confederación Brasileña para conseguirlas pero el negro degenerado tuvo su exigida ración de carne rubia para darle murra antes de la final. Y los que juegan en Europa también, vienen de allá con esa mariconada de la saudade y le llenan la pieza de negras , de chupi, de lanzaperfume hasta que entran otra vez en el clima festivo del país, se meten el carnaval en la piel y son otros, salen a jugar con alegría como ellos saben y cuando te descuidas te pasan por arriba. Te rompen el orto. Por eso yo pienso que no tenemos que quedarnos como unos boludos estos cuatro dias. Pero me quedé en el molde y empecé a acatar las nuevas normativas de los nuevos caponaras de la vida sana. No quería quedarme arafue. Con los negros, no.
La noche antes del partido me fui a la cama temprano. Antes de comer acusé una leve descompostura. Una cagadera pasajera producto de esa verga de jugo de maracuyá que nos dieron en el almuerzo.
Muchos me miraron preocupados, Mario. Sabían lo que valgo. Si no estoy, si no está papá yo no se quien mierda va a ir a cabecear entre los dos centrales brasileños cuando la jueguen por arriba. Quién carajo va a patear los tiros libres desde la derecha. Saben bien los huachos que juego un papel importante en el equipo. Por ahí lo ponían a Varela y el Colorado la gastaba, como de hecho lo hizo en la final pero contra los negros es otra cosa, se necesita fibra, Mario, vos sabes de eso Marito, fibra, pelotas y siempre algo más.
-Mañana voy a estar hecho una fiera muchachos. Les dije para tranquilizarlos.
Cerré con llaves la puerta de la habitación y bajé las escaleras rogando que nadie me vea. Ya afuera, caminé a toda velocidad sobre la cuadra del hotel y doblé en la avenida. Las tres cuadras sobre la avenida las hice más tranquilo mirando para atrás a cada rato por si alguno se había percatado de que me estaba rajando y me mandaba en cana ante todo el equipo.
Mahoma me esperaba ahí donde habíamos pactado. Con el pucho entre los labios y mandándole fruta a las negras que cruzaban la calle.
-De donde sacaste ese bote Mahoma!!! Le dije no bien ví el coche que se había traído.
No podía creer la nave que había conseguido Mahoma. Un descapotable azul metalizado que te helaba la sangre.
Uno tiene amigos en todos lados, me dijo Mahoma sobrador. Y no le pregunté más. Por un momento temí que un auto tan botón, tan llamativo eche por la borda todo mi plan. Se lo dije a Mahoma.
-Pero por que no te vas un poquito a la remismisima mierda, me decís que te consiga una máquina como la gente. una máquina para levantar minas y ahora que te consigo esta nave espacial me salís con semejante pelotudez.
Le dije a Mahoma que no se caliente. Que había hecho lo mejor. La paranoia de que mis compañeros se aviven, de que alguien los llame por teléfono y les diga que ando de joda por el centro me ponía intranquilo. No me quería perder el partido contra los negros por nada del mundo. Un partido que íbamos a ganar. Yo sabía como.
Donde es el boliche?- me preguntó Mahoma.
Le indiqué donde era y hacía allí partimos. El vientito fresco dándonos en la cara era una maravilla. Prendí un pucho y antes de llegar fui atando los últimos cabos en mi cabeza para que la operación salga como tenía la tenía pensada.
Que grande Mahoma, Mario. Que grande Mahoma. Vos lo conocés, Mario. Mahoma el wing de Gimnasia que estuvo casado con una de las gatitas de Porcel. En una época estuvo en todas las revistas de chismes por que parece que también se comía a la Brodsky. Yo lo conozco de la noche. Un pingazo Mahoma. Íntimo del Bambino y del Narigón .Vive seis meses en Rio y seis en Buenos Aires. Levanta juego. En Brasil es uno de los capos de la zona del jogo do bicho.
Entramos al boliche, pedimos dos wisquilines, yo miré para todos lados y nada.
-Es temprano, me tranquilizó Mahoma.
Sobre el pequeño escenario un rubio con cara de puto desgranaba una bossa pedorra para turistas. Nada del viejo pulso brazuca para darle al ritmo, no.
Me puse nervioso y pedí otro wisky. Mahoma me decía que me serene que en cualquier momento aparecían.
No pude más. Me mandé el vaso enteró y le dije que vaya a preguntar a alguno que sepa si esas dos minas venían a cantar esta noche.
Antes de que Mahoma llegue vi a las a las tres negras acomodarse en el escenario. Tres negras hermosas. Dos eran hermanas de Joao Magalaes y una la esposa del arquero Zinho. Nuestros rivales de mañana.
Mahoma se apareció con una botella de champán y empezamos a disfrutar del show. Las tres hermanitas eran un desastre cantando pero que lindas. Fruncian la jeta de una forma que parecía que te iban a chupar como una aspiradora.
Mahoma medio en pedo ya, me dijo que Zoca ya estaba en el boliche. La tal Zoca era una amiga de las negritas que nos iba a hacer de enlace.
Pedí otra botella de champán y nos sentamos en una mesa pegada al escenario. Mahoma le hacía caritas a la negra del medio y yo trataba que caerle bien al menos a alguna de la otras dos.
Cuando terminó una de las canciones Mahoma le sirvió tres copas de champán a las negras y yo se las arrimé al escenario.
Todo iba bien hasta ahora.
En ese momento pensé en Roby, en Esteban y en el Negro, Mario. Pensé en esos tres pelotudos culo para arriba durmiendo como osos y me dije que los grandes partidos se juegan la noche antes, que en el transcurso de la madrugada es donde se decide quien va a ganar al otro día. No me mirés con esa cara Mario, no estoy loco, te bato la posta. Ya se que te parece que te está hablando Horangel, pero entendeme Mario, los grandes partidos se definen en la madrugada.
Zoca nos presentó a las negras. Mahoma derrochaba simpatía. A mí me costaba por los nervios que tenía. Mirá si las negras no nos daban bola y toda la movida de esa noche era al pedo, Mario.
Me zampé media botella de champú en un minuto y las burbujas me descomprimieron. Cuando me quise dar cuenta estaba en el medio del boliche bailando con las tres negras y Mahoma. Zoca nos guiñó un ojo y fue por más champán.
De la mano de Mahoma lo demás fue un trámite. Yo aposté todo a la capacidad de mi amigo para seducir a las hermanitas, lo dejé a Mahoma que habla bien portugués llenarlas de halagos.
Yo aflojé con el champán porque tenía miedo de no acordarme donde estaba el hotel donde concentraban los negros.
Mahoma dio el golpe maestro y ya estábamos con las tres negras arriba del descapotable.
Esta tan excitado con llevar a cabo lo que había tramado que no temí que en el estado en que estaba Mahoma nos pudiéramos hacer mierda en el auto. Me subía atrás con las tres negras y a la cuadra les empecé a meter mano las turras para que les florezca la caritas de puta que llevaban dentro. Dobla en la esquina le grité a Mahoma. Cuando llegamos al hotel, me tiré para adelante y me colgué de la bocina mientras le decía al Mahoma que pare. Miré las ventanas del hotel y vi que se empezaban a abrir. Mahoma arrancó. Miré para atrás y vi que las ventanas se seguian abriendo. Dimos una vuelta más. Mahoma manejaba con un brazo y con el otro me ayudaba a poner en pelotas a las negras que a esa altura iban regaladas.
Cuando nos acercamos otra vez al hotel el Mahoma parecía de los bomberos de como venía dándole a la bocina. Hice parar a las negras en bolas en el asiento de atrás me baje los lienzos y empezamos a pasar despacito por abajo de las ventanas del hotel. Todo el plantel brazuca esta asomado a las ventanas. Trate de buscar la pelada de Joao Magalaes y el cuerpo altísimo de Zinho. No bien los divisé (estaban en el primer piso). Tomé a las garotas de las cinturas y comencé a bailar. Los negro bufaban de bronca me gritaban de todo. A Mahoma y a mí. Pero más a mí porque al toque se dieron cuenta de quien era. Me puse de frente ante sus caras, alce mi mano izquierda, forme un círculo perfecto juntando el índice y el pulgar e introduje el índice derecho en forma repetida.
Los negros explotaron como un volcán. Sus jetas furiosas no puteaban a más no poder. Uno de ellos estudiaba la caída del balcón para bajarse y cagarnos a trompadas. De las habitaciones de arriba también empezaron a abrir las ventanas. Ya había una multitud observándonos. Calculé el tiempo que nos quedaba sin que nos aborden el auto, los miré otra vez a Joan Magalaes y a Zinho y le volví a introducir el índice en el círculo. Los dos pobres negros eran los únicos que no nos puteaban, tenían la boca a abierta como sapos y en sus ojos se podía notar todo el proceso de desmoronamiento anímico que los estaba atravesando.
Tenías que ver las caras de esos dos negros, Mario, me sentí el hijo de puta más grande del mundo. Pero bueno era los que buscaba, dejar afuera del partido al arquero y al goleador de ellos y ya sabía Mario que lo había logrado.
Entramos a la cancha. Como no tenían arquero suplente los negros habían puesto a un gordito panzón que no la veía ni cuadrada. El Roby y el Negro estaban contentísimos porque Zinho los tenía de hijos.
A los tres minutos emboqué un tiro libre. Suavecito por arriba de la barrera y me fui a vomitar el champán de la noche anterior al mar. 1 a 0, Mario. A la final con los alemanes. Y otra vez campeones del mundo del fútbol- playa.

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